sábado, 9 de junio de 2007

Dentro de toda normalidad impuesta, conspira algún corazón subversivo.


Los espacios de discusión y crítica dispuestos a incentivar la abolición de la sociedad dominada bajo las diversas instituciones y relaciones de poder*, necesitan a cada momento la continuidad de su ejercicio. Aquella discusión ejercida en contextos muy diversos de la historia, aunque invariable en su objetivo, no puede ser menos que la propaganda difundida por colectivos u organizaciones que prefieren hacer fama de sus actos antes de responder a las de actitudes que justifican el poder e inhiben el objetivo de todo movimiento que anula y suprime el estado de cosas existentes.

Sin entorpecer la tranquilidad de lo cotidiano, conviven en ella espacios de discusión y reflexión teórica viciados por el intelectualismo filosófico occidental. En el mundo académico por ejemplo, abundan los análisis sobre la historia social y el conflicto incuestionable entre opresores y oprimidos. Pero tales análisis quedan limitados al debate netamente académico, que aún poniendo en duda el racionalismo del Estado y sus instituciones, no se compromete a una mayor trascendencia más que la difusión de sus planteamientos en un círculo de estudiosos o lo que es peor, en un reducido espacio físico doctrinado por el sello educativo del aula universitaria.

Lamentablemente, esos obstáculos intelectuales acaban por esquivar o dejar a un lado la propuesta decidida a transformar la sociedad. Por ello, la apertura de este espacio debe entenderse como una crítica y autocrítica antagónica al capitalismo en conjunto a sus formas de dominación para acercarnos, desde la situación más simple, a la acción emancipadora de nuestras vidas. Quizás mañana nos encontremos en la calle, tras las llamaradas del fuego que nos indica una señal, o pedaleando bajo la oscuridad de la política nocturna**.

*.- llámese, escuela, universidad, trabajo, relaciones afectivas o despectivas. Llámese propiedad privada y la individualidad material que establece la mercancía.

**.- Una política nocturna es una política que no puede ser pensada ya como una correlación de fuerzas (entre sujetos) sino como una guerra entre mundos en la que el cuerpo está involucrado. Lo social, liberado de la forma sujeto, se hace espacio, o más concretamente, espacio del anonimato: no hay entonces constitución de un sujeto ni, mucho menos, reconstitución de la clase obrera. De lo que se está hablando entonces es de la UNILATERALIZACIÓN de la ambivalencia que nos atraviesa. Unilateralizar: es lo que hacen todas aquellas prácticas que abren un a/parte, que haciendo del espacio su palanca, abren mundos capaces de declarar la guerra a la triste pero triunfante soledad del mundo en que estamos. 2002, Mar Traful.

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